domingo, mayo 13, 2007

Una de las poesías que recitaba papá...



Papá tenía una memoria extraordinaria. De joven solía recitarle larguísimas poesías a mi abuela Rosa, la madre, como la llamaba él. Y hasta hace poco, haciendo gala de su excepcional memoria, papá era capaz de recitar poemas y poemas enteros, con la voz grave, fuerte y a veces entrecortada de la emoción. Vamos, como era él, todo un universo de emoción concentrada. Parco en palabras, pero cada una de ellas rebosaba de significado.

Aquí pongo una de esas poesías que tantas veces le oí recitar. El monólogo de Segismundo, del grandioso La vida es sueño de Calderón de la Barca.


SEGISMUNDO (Descúbrese Segismundo con una cadena y la luz, vestido de pieles.)

¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?

[...]
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Os ha gustado? pues para terminar tomo otros versos del otro famoso soliloquio de Segismundo. Aquel que tantas veces hemos oido...

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.






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